El taxista Alejandro Daniel Bajeneta fue condenado este jueves (04/05) a la pena de prisión perpetua por el delito de "homicidio triplemente agravado por alevosía, por mediar una relación de pareja y por violencia de género".
En 2015, Bajeneta citó en una confitería a una mujer, y frente a más de 100 testigos, la degolló y la apuñaló. La víctima fue Gabriela Alejandra Parra (49), que trabajaba en una inmobiliaria y también como acompañante terapéutica a domicilio en la práctica de Reiki.
De acuerdo a lo reconstruido en la instrucción por el juez Jorge López y la fiscal Estela Andrades, Parra había sido novia en la adolescencia de Bajemeta, pero para la época del hecho no tenían relación. El taxista estaba obsesionado con ella y la acosaba con constantes llamadas y mensajes para retomar una relación que ella rechazaba.
Bajeneta declaró en su indagatoria de instrucción que hacía 10 años mantenía una relación de pareja con Parra, pero todos los testigos del entorno de la víctima lo negaron.
El taxista le prometió a Parra que la cita en la confitería iba a ser para darle una carta y una cadenita y que luego de ello no la iba a molestar más.
La carta, secuestrada en la cartera de la víctima y exhibida ayer en el juicio, decía: "Gaby, jamás hubiera ni pensado que te toque otro hombre, cumplo con la promesa que nos hicimos. Te amo mi nena".
El estado de salud mental de Bajeneta y la posibilidad de una inimputabilidad fue uno de los temas centrales del juicio oral, ya que algunos peritos oficiales indicaron que quizás el taxista no pudo comprender la criminalidad de sus actos. Sin embargo, cuando formuló su requerimiento de elevación a juicio, la fiscal de Instrucción Estela Andrades sostuvo que el taxista es imputable.
Para la fiscal, la carta manuscrita que Bajeneta le escribió a Parra (49) y fue hallada en el bolso de la víctima y la navaja que preparó especialmente para cometer el crimen, con una cinta blanca en el mango que tenía la leyenda "con todo mi amor, para Gaby", hacen suponer que actuó "con anticipación" y "en un escenario controlado y planeado". "Gaby: jamás hubiera ni pensado que te toque otro hombre, cumplo con la promesa que nos hicimos. Te amo mi nena", es lo que decía la carta del femicida.
Andrades dio por acreditado que Bajeneta asesinó a Parra el 2 de mayo pasado, a las 17.45, en el interior de la confitería "Plaza del Carmen", situada en la esquina de las avenidas Rivadavia y La Plata, de Caballito, donde habían acordado reunirse para conversar.
El taxista la atacó por la espalda, cuando le iba a colocar el abrigo, con una navaja tipo de caza, con la que, según la autopsia, le provocó un total de ocho lesiones, siete de ellas punzantes y la restante cortante, en el cuello. Luego de recibir un sillazo por parte de un cliente, Bajeneta se cayó y rompió uno de los ventanales de la confitería, caminó diez metros por la vereda de Rivadavia y comenzó a autoinfligirse puñaladas con la navaja hasta que se desvaneció y fue detenido por la Policía.
"No me acuerdo de nada. Todo lo que sé del caso es lo que me dijo mi abogada y la gente que vio lo sucedido por televisión", dijo Bajeneta al ser indagado dos meses después del hecho, ya que estuvo internado por las lesiones que se autoprovocó en su intento de suicidio.
El imputado, al que la Policía bautizó "El Loco o el Femicida de Caballito", explicó ante el juez de Instrucción Jorge López que conocía a la víctima "hace más de 35 años", que era "amigo de la familia", que estuvo "de novio" con Parra cuando eran "chicos", pero que ella se casó luego con un compañero de estudios y él hizo lo propio con otra mujer.
El taxista aseguró que desde hacía como "diez años", cuando ambos ya estaban separados de sus respectivos cónyuges, Parra lo llamó por teléfono "con una excusa", que él aprovechó para "invitarla a tomar un café"y que desde entonces mantuvieron"una relación de pareja en forma ininterrumpida".
Sin embargo, Bajeneta es la única persona que en la causa afirmó que al momento del hecho tenía una relación de pareja con Parra, ya que otros testigos, como el hermano de la víctima o el amigo que la acompañó a la confitería el día del crimen, sostuvieron que no sabían nada de ese vínculo estable entre ellos y que incluso la víctima estaba cansada de los asedios del taxista.
El taxista también reconoció que era adicto a la cocaína desde "hace 20 años", y contó que el año pasado tuvo un "intento de suicidio por problemas familiares, de salud y laborales". Por último, dijo que no recordaba haber escrito él la carta manuscrita que fue secuestrada en la cartera de la víctima y tampoco reconoció su letra en la misma.