La prensa mundial se hizo eco de la denuncia presentada contra Página/12 por una organización nacionalista polaca que usó una flamante ley de censura, que busca de ese modo llevar a juicio a este diario por haber publicado el 18/12 el relato de la matanza de Jedwabne, donde 1600 judíos fueron asesinados en 1941 en Polonia durante el Holocausto. Medios de comunicación rusos, mexicanos, españoles, franceses, israelíes, alemanes y estadounidenses condenaron el ataque a Página/12 y replicaron en sus portadas online el caso, sin dejar de señalar que se trata del primer medio denunciado "bajo la polémica nueva ley polaca" que prohíbe acusar de responsabilidad o complicidad al pueblo o al Estado polaco por los crímenes del Holocausto.
Por ejemplo, el diario alemán Der Spiegal consignó que la causa contra Página|12 fue iniciada por el artículo que se refiere a "la matanza" contra el pueblo de Jedwabne en 1941 y añadió:"El tema es muy controvertido en Polonia, porque el monumento en la ciudad fue dañado en el verano de 2011 con esvásticas o eslóganes como 'no nos disculpamos por Jedwabne'".
Quiero que Polonia me denuncie a mí también,
que me demande, me acuse y me crucifique
porque digo públicamente que:
fueron polacos los que no devolvieron a mi hermanito,
fueron polacos los que se apropiaron de las casas y de todo lo que había adentro una vez que los judíos había sido deportados,
fueron polacos los que no dejaban a mi mamá caminar por las veredas y la echaban a la calle “por donde van los animales”,
fueron polacos los que cuando vieron vivos a mis padres profirieron con desprecio: “¿Ah, sobrevivieron?”,
fueron polacos los que pedían sobornos cuando descubrían a un judío,
fueron polacos los que lo denunciaban aun después de sobornados.
Quiero que Polonia me denuncie,
que me demande, me acuse y me crucifique porque
fueron polacos los que quemaron a sus vecinos en Jedwabne,
fueron polacos los que mataron a los que volvían a Kielce,
fueron polacos los que no dejaban que ningún judío integre sus grupos rebeldes,
fueron polacos los que iban atentos por las calles, esperando cazar a algún judío para ganarse la recompensa,
fueron polacos los que escondieron a judíos a cambio de dinero y los que, cuando el dinero se terminaba, los denunciaron,
fueron polacos los que vendían agua a precios exorbitantes cuando los trenes se detenían en su camino a Treblinka y Auschwitz.
Quiero que Polonia me denuncie,
que me demande, me acuse y me crucifique porque
fueron polacos los que se burlaban de sus alumnos y compañeros judíos en las escuelas,
fueron polacos los curas que predicaron siglo tras siglo el odio bajo la acusación de deicidio,
fueron polacos los que aplaudían a las hordas nazis que arrancaba a los judíos de sus casas,
fueron polacos los contratados para hacer cruzar ríos y fronteras a los judíos y los que los abandonaban en parajes desconocidos,
fueron polacos los que después de abandonarlos, los denunciaban.
Que Polonia me denuncie,
que me demande, me acuse y me crucifique
aunque diga también que
el gobierno polaco en el exilio no fue cómplice del nazismo y que
también fueron algunos polacos los que no se sometieron y ayudaron a los judíos,
también algunos polacos los escondieron, alimentaron y cuidaron, arriesgando sus vidas,
también fueron algunos polacos los que les proveyeron de documentos falsos,
también algunos polacos integraron la red de salvación Zegota.
Sin esos polacos casi ningún judío podría haber sobrevivido.
Fueron miles esos polacos que iluminan por contraste y con crudeza a los millones de polacos cómplices, responsables y culpables por acción u omisión.
Por todo eso quiero que Polonia me denuncie a mí también, que me demande, me acuse y me crucifique.