Hilario Bacca, el nieto recuperado Nº95, podrá conservar el nombre que le dieron sus apropiadores, tal como lo deseaba, ya que la querella no apeló el fallo que le concedía ese pedido, por lo que éste quedó en firme.
De acuerdo a fuentes judiciales citadas por el portal Perfil.com, señalaron que la querella no pidió la revisión del fallo del Tribunal Oral Federal Nº4 del pasado 29/12 que ordenó que Bacca deberá inscribir su nacimiento como hijo de sus padres desaparecidos y bajo la identidad correspondiente y, en el mismo acto, sustituiría su nombre y apellido por el que le pusieron sus apropiadores.
Esta decisión de la justicia irritó a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien denunció que el tribunal "está haciendo algo que no corresponde, (que es) acceder a que lleve algo que la ley dice que tiene que cambiar porque es otra persona esa, no la que nació", dijo.
Hilario Bacca nació el 27/02 de 1978 en la ESMA, hijo de Liliana Carmen Pereyra y Eduardo Cagnola. No obstante, él se crió con Cristina Mariñelarena y José Ernesto Bacca.
Según contó Hilario, su¡s padres adoptivos nunca le escondieron que no era su hijo biológico y hasta lo animaron en reiteradas ocasiones a acercarse a alguna institución para que descubriera si era hijo de desaparecidos, pero Hilario nunca mostró interés por su pasado. No fue hasta 1997 cuando se mudó a Buenos Aires para estudiar que debió enfrentarse de lleno con él. Empezó a recibir los primeros llamados de la asociación H.I.J.O.S.
Tras la "persecución" que él dice haber sufrido por parte de H.I.J.O.S y "allanamientos en su propia casa", se le realizó un estudio de ADN compulsivo que reveló cual era su verdadera identidad.
El 22/04 de 2013, el Tribunal Oral Federal Nº 4 porteño condenó a seis años de prisión a Mariñelarena y Bacca, sus apropiadores, y a su entregadora Inés Graciela Lugones, viuda de Guillermo Minicucci, el jefe del centro clandestino El Vesubio. En ese momento, también se solicitó su inscripción a un juzgado civil como Federico Cagnola Pereyra.
Sin embargo, Hilario acudió a la Justicia para informar que no tenía ninguna intención de dejar de usar su nombre. Fue entonces cuando solicitó que el Estado le designara un abogado para que lo representara en su reclamo. Aunque en un primer momento se lo negaron, finalmente la Defensoría del Pueblo accedió a que uno de sus letrados aceptara el caso.