Agustín María Casares venía desempeñándose como asesor, en el Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nacion, de Adriana Donato, además de sus múltiples tareas como docente part-time.
Antes, luego de su experiencia con Bulló Abogados alcanzó la Dirección General en la Secretaría de Asuntos Jurídicos del Consejo, reemplazando a Alexis Nicolás Tinnirello, y entonces Carlos Rosenkrantz alcanzó la presidencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
En el contrato inicial en el Consejo no es un dato menor que quien lo patrocinó fue el efímero administrador general, Agustín Cinto.
Ex ejecutivo de DirecTV, arribó a los 28 años al cargo en el Consejo, supuestamente promovido por el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Pero si el dato era veraz no fue suficiente para sostenerlo cuando se instaló su mote “joven manos de tijera” (recordando aquella famosa pelicula de Tim Burton, de 1990, con Johnny Depp en el rol de Edward Scissorhands) aunque otros preferían el más breve "Ajustín".
En su derrape, Cinto se llevó también a su asesor, Facundo Sabarrayrouse. Sin embargo, Casares tuvo permanencia.
Ahora Rosenkrantz acaba de incorporar a Casares a su vocalía, probablemente por el antecedente de que él intentó provocar recortes presupuestarios en el Consejo, que sufrieron el embate de la realidad de la delicada cuestión de los viáticos en que incurrió Cinto, según el sindicato que le hizo la guerra.
Estas cuestiones hay que mirarlas en positivo: con los refuerzos de vocalía se espera que la gestión de Rosenkrantz resulte productiva para el buen hombre y honor de la CSJN.