La difusión de contenido fotográfico y fílmico sobre la detención de Amado Boudou, ex vicepresidente de la Nación, ha provocado muchas quejas, algunas genuinas, otras interesadas.
La sociedad argentina tiene que aprender a evaluar los acontecimientos trascendiendo las pasiones coyunturales: lo que está mal, no se convierte en un acierto porque cambia el gobierno de turno.
La difusión de lo ocurrido con Boudou estuvo mal, se tratara del ex vicepresidente de la Nación (también la detención es motivo de controversias porque no había peligro de fuga y el imputado se había mantenido siempre a derecho) o de cualquier otra persona.
No obstante, no son los kirchneristas quienes pueden reclamar escandalizados porque ellos provocaron situaciones similares cuando se encontraban en el poder.
Por ejemplo, el caso del exsubcomisario, ex intendente de Escobar y ex diputado nacional Luis Abelardo Patti, a quien se le impidió jurar como legislador en una situación harto controversial que, en definitiva, también podría ser utilizada para impedir que Cristina Fernández de Kirchner jure como senadora nacional.
Pero lo más grave con Patti ocurrió en el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín, en una de esas causas arbitrariamente denominadas "por delitos de lesa humanidad".
Los integrantes de la Sala eran Héctor Omar Sagretti, Marta Isabel Milloc y Diego Gustavo Barroetaveña, y ellos obligaron al detenido Patti al traslado en camilla en una ambulancia, ingresar a la audiencia en un lugar sin rampa y portando, y comparecer aún padeciendo dolores intensos.
El diario La Nación relató: "La audiencia se inició con la presencia de Patti, quien llegó en ambulancia acostado en una camilla con suero y los ojos cerrados, trasladado desde la clínica Fleni en Escobar."
Al mediodía, Patti informó que sufría dolores y fue trasladado del recinto a la ambulancia que lo había trasladado, para ser estabilizado y esperar allí la sentencia, pero esta acción sanitaria fue cuestionada por los supuestos defensores de los derechos humanos (de los guerrilleros y su red de vínculos).
Sin embargo, para periodistas como Alejandra Dandan, del diario K Página/12, no había nada oscuro en lo que sucedió y en la difusión de las fotografías de Patti en ese estado. Entonces, ¿por qué estaría mal lo que le ocurrió a Boudou?
En verdad, estuvo pésimo aquello, antecedente del delito de ahora.
Alguien podría recordar que Patti fue juzgado y condenado por la tortura y asesinato, y que Boudou todavía no fue condenado por corrupto, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y liderazgo de una asociación ilícita.
¿Acaso aplicado el mote controversial de "genocidas", los K podían ejecutar su voluntad a su antojo? No. En cualquier caso, aquello no puede justificar lo que acaba de suceder. La única Argentina posible es la que o elude o ignora el péndulo que constituye el núcleo de la gran tragedia nacional.